December 8, 2024

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Destruyeron 360.000 huevos que valían 26.000 dólares y explicaron por qué no los pudieron donar

Unos 360.000 huevos fueron destruidos en las últimas horas en la avícola Santa Ana, ubicada en Corrientes, firma que recurrió a la Justicia en contra del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) por un polémico procedimiento por gripe aviar.

En los últimos días, la avícola estuvo en el centro de la escena porque el Senasa había dispuesto el sacrificio de unas 200.000 gallinas ponedoras argumentando que un testeo por gripe aviar había dado positivo después de que desde el mismo organismo le hubieran comunicado un resultado negativo.

Según señalaron en ese momento desde la empresa, el muestreo en rigor nunca se llevó a cabo. El Senasa había dejado un kit que no se hizo. Primero lo iba a cumplir la veterinaria del establecimiento y luego uno de los dueños de la granja que, al sufrir una descompensación, no lo pudo concretar.

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Ante la inminencia de un sacrificio de las aves, la granja fue a la Justicia y logró que el juez Juan Carlos Vallejos detenga la matanza. El magistrado ordenó un muestreo que, ayer informó el Senasa, fue negativo. Eso le dio un respiro a la compañía temerosa de una pérdida millonaria y en el impacto sobre unos 150 operarios.

Pero el magistrado, que había ordenado suspender un allanamiento y ejecución de las 200.000 aves, dejó en pie una interdicción del Senasa “por razones de prevención y resguardo de la salud pública…” hasta cumplidos los 14 días de la supuesta primera toma de muestras, el 4 del actual. Ese período vence el 18, es decir el próximo martes. Junto al mantenimiento de la interdicción no se pueden sacar productos del establecimiento.

En ese marco, sobrevino la destrucción de los huevos. Armando Aquino, abogado de la firma, dijo que esto es por un “capricho”, en referencia al organismo sanitario, y cuantificó en US$26.000, a valores oficiales, la pérdida para la pyme. Además, señaló que la firma había ofrecido la donación de esos huevos, pero que el organismo sanitario lo rechazó.

En una nota del Centro Regional Corrientes-Misiones del organismo, allí, el miércoles pasado, ya se había manifestado que sería “importante” ver los lugares de acopios de los huevos, fechas de vencimiento y también “los espacios de destrucción de los mismos”.

Ante una consulta de LA NACION, Daniel Enciso, de la avícola Santa Ana, señaló: “Es una aberración destruir alimentos en este país. Nos duele porque es alimento y es el fruto de nuestro trabajo”.

Reiteró su disposición a dar el alimento, algo que han hecho “frecuentemente” en otras oportunidades: “Queremos donar, no tenemos ningún problema que el Senasa nos indique cómo hacer para llevarlos a algún comedor”.

El productor contó que de manera telefónica le habían advertido a un funcionario del organismo que se habían quedado sin capacidad de depósito. La respuesta fue que había que destruir.

Para tratar de dejar constancia de todo, enviaron una nota y la contestación fue que un veterinario iba ir a verificar el lugar para la destrucción. Pero del organismo no fue nadie para ese fin y el depósito llegó al límite y con problemas. Enciso alertó que lo ocurrido hoy se repetirá. “Todos los días vamos a tener que hacer lo mismo”, afirmó.

En tanto, fuentes del Senasa respondieron a una consulta de este medio. Dijeron que el organismo sanitario “no ordenó la destrucción de los huevos”. Ayer, en tanto, tras dar a conocer que el resultado dio negativo, el Senasa consideró “pertinente mantener la interdicción por sospecha del establecimiento al menos hasta cumplidos 14 días desde la primera toma de muestras (4 de abril) y realizar una tercera toma de muestras para el desarrollo de técnicas tanto moleculares (RT- PCR) como serológicas, lo que fue comunicado a la autoridad judicial”.

El Senasa había informado que llegó hasta la granja Avícola Santa Ana “porque el predio se encuentra en la zona de control sanitario por su cercanía a un brote de IAAP [Influenza aviar altamente patógena] confirmado en la localidad de San Cosme”.

La enfermedad provoca pérdidas en la producción, pero no representa problemas para el consumo de los productos aviares.