Desde que anunció su retiro de la actuación luego del estreno, cinco años atrás, de El hilo fantasma, de Paul Thomas Anderson, son pocas las ocasiones en las que Daniel Day-Lewis es captado por las cámaras. Sin embargo, días atrás los paparazzi lo encontraron de paseo por el West Village de Nueva York, solo y también junto a su esposa, la directora Rebecca Miller. Lo que más sorprendió fue el cambio de look del triple ganador del Oscar, quien luce prácticamente irreconocible en las imágenes.
El talentoso intérprete se encontraba caminando con un conjunto deportivo de color azul, zapatillas, gorra, lentes y el cabello largo, que no es precisamente una de sus características. Si bien no sonrió ante las cámaras, tampoco huyó de ellas. Por el contrario, continuó con su día de relax de la mano de Miller en una de sus raras apariciones públicas desde 2018, cuando fue nominado al Oscar por su protagónico en el film del director de Magnolia y Petróleo sangriento, film que le valió su segundo premio de la Academia.
Luego de esa memorable interpretación en El hilo fantasma, anunció su retiro definitivo y le explicó a W Magazine las razones de su desencanto con la industria de Hollywood. “Necesito creer en el valor de lo que estoy haciendo, el trabajo puede ser vital e incluso irresistible. Si la audiencia así lo piensa, eso debería ser suficiente para mí, pero últimamente no lo es”, manifestó con candidez y añadió: “Sabía que era poco convencional hacer una declaración [de su retiro]. Pero quería dibujar una línea. No quiero volver a verme absorbido por otro proyecto. Toda mi vida he hablado sobre cómo tenía que dejar de actuar y no sé por qué era diferente esta vez, pero el impulso de dejarlo se quedó en mí, se convirtió en una compulsión”.
En este sentido, se negó también a ver El hilo fantasma, como él mismo explicó: “No querer ver la película está conectado con la decisión que he tomado de dejar de trabajar como actor. Pero no es por eso que la tristeza vino para quedarse. Eso sucedió durante la narración de la historia y realmente no sé por qué”, manifestó el artista.
Dos años atrás, el actor se encontraba aún más lejos de las cámaras, más precisamente en Wicklow, un condado irlandés que se ubica a poco más de cuarenta kilómetros de Dublín, donde reside con su esposa, por lo que sus caminatas neoyorkinas, además de su look, también llamaron la atención.
La tensa relación de Daniel Day-Lewis con su hijo
Si bien Daniel Day-Lewis logró, con el tiempo, formar una familia ensamblada, el panorama era muy distinto años atrás. Antes de conocer a Miller, el actor se enamoró de la actriz francesa Isabelle Adjani, en 1989 y estuvieron seis años juntos. La relación se desmoronó en 1995, cuando Lewis conoció a la hija del dramaturgo Arthur Miller y decidió separarse de Adjani.
Las circunstancias, en tanto, no eran las ideales para ninguna pareja: la actriz le contó que estaba esperando un hijo y, en ese contexto, el actor simplemente no supo cómo reaccionar ante la noticia. “La evasión es algo que estudié”, había llegado a declarar el intérprete británico (nacionalizado irlandés) sobre la prensa. Al año siguiente de ese flechazo con Miller (la conoció en la casa de su padre, mientras se preparaba para el rol de John Proctor en Las brujas de Salem, adaptada a la pantalla grande por el dramaturgo, quien se basó en su propia obra), en 1996 contrajo matrimonio y tuvo dos hijos con ella: Ronan y Cashel. Mientras él disfrutaba de ese nuevo comienzo, su exmujer estaba atravesando su embarazo sin su apoyo, ya que el actor había abandonado la casa familiar.
Cuando el 9 de abril de 1995 nació Gabriel Kane Day-Lewis, Adjani estaba sola, y tiempo después contaría cómo atravesó ese instante que generó emociones encontradas. “Pude haberme puesto a llorar por lo que pasó, pero no lo hice”, contó respecto de los primeros meses de vida de su pequeño, a quien crio sola en Suiza luego de que Day-Lewis la dejara por fax para empezar su relación con Miller. “Ahora tenemos una relación pacífica”, aclaró la actriz francesa. “Tengo un gran respeto por él y por su carrera y por la vida que les dio a sus hijos y a su nueva esposa, pero sería intrusivo volver a verlo “. Por lo tanto, el pasado le impidió a Gabriel acercarse a su padre, a quien pudo perdonar con el tiempo. De hecho, el joven debió abandonar la ciudad que consideraba “su lugar en el mundo”, París, con el objetivo de subsanar heridas familiares.
De manera paulatina, Gabriel fue reconstruyendo la relación con su papá (quien estuvo ausente en sus primeros años de vida), y compartiendo actividades con sus hermanos. En diálogo con la publicación In Style, el joven recordaba esa reconciliación con mucho cariño. “Mi padre es una persona increíble. Su mejor consejo es que sea siempre buena persona, y también me advirtió que me proteja de los periodistas”, contó entre risas.
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