WASHINGTON.- Siempre puntilloso en sus mensajes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo que está “evaluando” las últimas medidas adoptadas por el Gobierno, y por primera vez desde que arrancó la última ronda de negociaciones para reforzar el programa económico puso el acento en dos temas que siempre han estado al tope de las preocupaciones del organismo: mejorar el frente fiscal –es decir, bajar el déficit– y fortalecer las reservas, dos objetivos a los que consideró “esenciales” para reducir la inflación.
“Estamos evaluando las medidas. Como hemos dicho anteriormente, seguimos discutiendo formas de reforzar el programa y salvaguardar la estabilidad a la luz de la grave sequía”, dijo a LA NACION un portavoz del organismo. “Esto incluye políticas para mejorar la sostenibilidad fiscal y fortalecer las reservas, ambas esenciales para reducir la inflación, protegiendo al mismo tiempo a los más vulnerables”, agregó.
El Fondo ofreció ese mensaje unas horas después que el Ministerio de Economía, que dirige Sergio Massa, y el Banco Central (BCRA) implementaron las primeras medidas oficiales para responder al nuevo pico de inflación que dejó abril, un 8,4% mensual, la mayor suba del costo de vida para un mes en más de tres décadas. El BCRA llevó la tasa de interés al 97% –un nivel que muchos economistas consideraron insuficiente–, y el Ministerio de Economía decidió, entre otras medidas, habilitar la importación de alimentos sin aranceles para intentar frenar las subas con mayor impacto en el bolsillo de la gente, en particular de los sectores de menores ingresos.
Las medidas fueron recibidas con un coro de críticas y una sobredosis de escepticismo por economistas en la Argentina y en Estados Unidos, donde se reiteró por enésima vez un reclamo que se ha escuchado desde los primeros días del gobierno de Alberto Fernández: la falta de un plan integral, consistente, que permita encarrilar la economía, controlar la inflación y abrir un período de crecimiento sostenible. A eso se sumó la ausencia de iniciativas para domar el déficit fiscal, una de las raíces de la inflación. Además, los anuncios dejaron expuestas algunas inconsistencias y limitaciones de la política económica del Gobierno. El esfuerzo para abrir la importación de alimentos, por caso, choca contra la falta de reservas, y la suba de tasas, destinada a apuntalar la demanda de dinero para alejar el riesgo de una hiperinflación, también llevará al BCRA a imprimir más pesos para pagar los intereses de su deuda.
El foco del Fondo en la “sostenibilidad fiscal” contrasta contra la falta de medidas sustanciales para bajar el déficit, y choca también con el mensaje que dejó el fin de semana Máximo Kirchner, quien reclamó una “suma fija ahora, paritaria después, y después doble aguinaldo si se puede” para los trabajadores, un menú indigerible para el staff del organismo.
Y la mención a “fortalecer las reservas” contrasta con la decisión de Massa y su equipo de salir a controlar los dólares paralelos con intervenciones del BCRA, que requiere usar las reservas, y la decisión de “administrar” el dólar oficial, que también demanda usar las reservas. El Ministerio de Economía dijo que el BCRA va a aumentar la intervención en mercado de cambios, y va a administrar el ritmo de devaluación del dólar oficial, conocido en la jerga como “crawling peg”, una estrategia de microdevaluaciones para que el dólar oficial siga el camino de la inflación. Estas dos estrategias han generado, cuando menos, fricciones con el Fondo.
Hasta este lunes, el Fondo solo se había limitado a decir que las negociaciones eran “constructivas”. Las discusiones con el organismo se han estirado ya por más tres semanas desde mediados de abril, la última que Massa y su equipo económico pisaron Washington y acordaron con el staff del organismo volver a recalibrar todo el programa para acomodarlo a la realidad que dejó la peor sequía del último siglo, que provocó un agujero de US$20.000 millones al país.
El recrudecimiento de la crisis puso al Gobierno y al Fondo a retocar el programa por cuarta vez. El acuerdo ha sido denostado por economistas en Buenos Aires y en Washington, que lo consideraron demasiado laxo desde su génesis. La negociación actual se da en el peor momento de la gestión del Frente de Todos y en medio de una fragilidad extrema de la economía, y ya prácticamente sin reservas disponibles en el BCRA. Los últimos pronósticos indican que la economía va camino a una dura recesión, con una inflación desanclada, que ya se mueve bien por arriba del 100% anual.
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