En el Día Mundial de la Tierra, desde Somos Mujeres, hablamos con una integrante del equipo técnico del Programa Pro Huerta, Analía Carpio, sobre el rol de la mujer en una de las actividades relacionadas intrínsicamente con la tierra, como es la agricultura, y en ese marco como contribuye con la soberanía alimentaria y en que aporta el programa Pro Huerta al empoderamiento de las mujeres.
Cada 22 de abril se celebra el Día Mundial de la Madre Tierra una fecha marcada en los calendarios por las Naciones Unidas con el objetivo de concienciar a la humanidad sobre los problemas de la superpoblación, la contaminación y la importancia de la conservación de la biodiversidad.
Analía Carpio, obtuvo su título de Licenciada en Trabajo Social en la Universidad Nacional de La Rioja, Ingresó al INTA en el Año 2012 por contrato de Fundación ArgenINTA, prestando funciones como asistente de Coordinación Provincial del programa Pro Huerta. Actualmente cumple funciones en la Agencia de Extensión Rural INTA La Rioja, desarrollando actividades en el equipo técnico del programa Pro Huerta y accedió a responder estas preguntas sobre el rol de la mujer en la soberanía alimentaria y como esta impacta en el empoderamiento de las mujeres.
Somos Mujeres: -En primer lugar, antes de analizar el rol de la mujer en la agricultura ¿cómo describe la agricultura en La Rioja?
Analía Carpio: Es un sector muy importante, es la base de la producción de alimentos, que son necesarias para la economía de la población y la comunidad de nuestra provincia, es potencialmente agrícola y se complementa con el agregado de valor de las producciones que se realizan. Existen diferentes cultivos y modelos de producción que van desde lo tradicional a las adaptaciones de las nuevas tecnologías disponibles. En los últimos tiempos la horticultura viene ocupando un importante espacio con origen en la agricultura familiar y también nuestro clima propicia poder realizar cultivos de muy buena calidad. Esta diversificación productiva es una forma presente en la agricultura familiar, existen sistemas mixtos de producción y también no podemos dejar de mencionar los conocimientos y los saberes que cuentan los productores que también hace eficiente al uso de los recursos en el marco de estos cultivos.
S.M.: En ese marco de cómo es la agricultura en La Rioja, ¿Cuál es el rol de la mujer en la agricultura riojana en la actualidad?
A.C: Es fundamental el desarrollo de las producciones hortícolas, desde la huerta familiar, como garantía de la seguridad alimentaria, pasando por la agricultura familiar, hasta las producciones intensivas. Entonces podría decirse que el rol de la mujer favorece hoy en día el avance de la agricultura por la amplitud de sus perfiles y capacidades, ofrece una mano de obra que actualmente es calificada más alta en tareas específicas, como por ejemplo, la siembra, el trasplante, la conducción de cultivo y cosecha, también favorece este rol la participación y la visibilidad de las mujeres en el sector, se distinguen mujeres que están más comprometidas, formándose constantemente, para poder contribuir a un medio innovador y sostenible, como signo de los tiempos las mujeres ejercemos roles y puestos de mayor responsabilidad y con el empeño siempre de seguir contribuyendo a la igualdad efectiva y real sobretodo.
S.M.: En ese rol ¿en qué avanzó la mujer en el mundo agrícola riojano?
A.C.: Como cuidadoras principales de la familia y sus comunidades, las mujeres son responsables de proveer el alimento y la nutrición, pero también son agentes de cambio dentro de esas familias, de esos contextos inmediatos y de esas comunidades, ya sea porque estén involucradas en las tareas agrícolas o desde otra función. Respecto a esto de lo que son las tareas agrícolas se avanzó como una oferta de mano de obra calificada que se la reconoce en cuanto al cuidado y el trabajo en escala. Esto es muy importante para todas, sin duda, hay cosas que se están transformando, cosas que están cambiando y eso está bueno, no solo desde la seguridad alimentaria que otorga la huerta familiar en la producción de alimentos para el consumo, sino también de poder transformar el agregado de valor y la comercialización, que esa es una tarea que se realiza pura y exclusivamente en su mayoría por las mujeres.
S.M.: En la actualidad, ¿cuáles son los desafíos de la mujer en la actividad agrícola?
A.C.: Sin dudas son el acceso a recursos, conocimientos en el mercado y representatividad son las principales restricciones del género en la que se enfrenta la agricultura en general. En La Rioja trabajan en la producción el 66 por ciento de las mujeres, sin embargo, solo el 28 por cierto toma decisiones sobre lo que es la producción y la comercialización, lo mismo pasa con respecto a la tenencia de tierra, el promedio es mucho menor que la de los hombres lo que marca la necesidad de seguir trabajando en lo que es la igualdad de derechos y oportunidades. La actividad agrícola es un área desafiante para las mujeres predomina lo masculino desde la tradición y la costumbre. Creo que es un desafío enfrentar esta tarea y un deber del agro y nuestro potenciarla y defenderla en todos los ámbitos y niveles, refiriéndome no solamente al liderazgo, al compañerismo, sino a las mismas asociaciones y participaciones que generamos con otras mujeres también. Las mujeres tienen un papel sumamente importante en la cadena productiva ya que cumplen diferentes roles, pero también sin embargo siguen sin ser valoradas plenamente a través del tiempo las mujeres han demostrado ser agente de cambio. Estos cambios que son indispensables en la construcción de un sector para que sea más resiliente, más sostenible y más armónico quizás. Creo que el desafío es seguir luchando por nuestra visión, por nuestras ideas, al mismo tiempo de seguir luchando por más equidad en el sector, para que las generaciones futuras accedan a mejores oportunidades sin barreras de género.
S.M. ¿Qué es la soberanía alimentaria?
A.C.: Es un concepto que surge para referirse a la necesidad de democratizar las relaciones de producción y consumo, busca dar respuesta a los problemas del hambre, la pobreza y la degradación del medio ambiente y social, pensando en la distribución de alimentos, a través de la distribución de poder en la cadena alimentaria y no concentrada. La soberanía alimentaria promueve derechos universales a una alimentación sana y saludable, lo que implica alimentos nutritivos y culturalmente apropiados, accesibles, producidos de forma sustentable y ecológica. También sostiene y promueve el derecho de toda persona y de cada pueblo a decidir democráticamente su sistema alimentario y productivo a fin de poder alcanzar sus metas, desarrollo sustentable y decidir en qué medida quiere ser autosuficiente también.
S.M.: ¿Cuál es el rol de la mujer en la soberanía alimentaria?
A.C.: Es fundamental, el rol que tienen en los sistemas alimentarios, desde su participación en la fuerza de trabajo hasta en las decisiones de como distribuir los ingresos y asegurar una buena alimentación para los miembros del hogar. Su rol es estructurante para el funcionamiento de la producción, no solo de acompañar, sino de ser parte también de ese proceso lo que implica decidir que queremos producir, en qué condiciones, por ejemplo, que hacer con la producción que tenemos. Nosotros específicamente hablando sobre lo que es la huerta familiar, si es para consumir, si es para vender, intercambiar. También se refiere a poder tener un trabajo digno y que sea reconocido y que permita poder acceder a recursos para poder comprar aquellos alimentos que no puede producir.
S.M.: Con relación a uno de los programas que implementa el INTA ¿qué es Pro Huerta?
A.C.: Respecto al programa Pro Huerta, es uno de los programas que implementa el INTA, es una política pública alimentaria más importante de la región. Es un programa que lleva más de 30 años en territorio, lo lleva adelante el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria lo que hace es promover el acceso a alimentos saludables, a través de la producción agroecológica, y el acceso a agua para su uso integral. Está dirigido a familias y organizaciones de productores en situación de vulnerabilidad social y tiene dos objetivos fundamentales que son la seguridad alimentaria y la inclusión social, seguridad alimentaria refiriéndonos a promover una alimentación saludable a la familia facilitando el acceso a verduras agroecológicas y la inclusión social de poder favorecer la participación y la organización de todos los sectores de la población independientemente de sus condiciones sociales y personales, con el desafío de poder alcanzar la seguridad alimentaria. El Pro Huerta desarrolla diferentes acciones para lograrlo, primero, impulsa la realización de huertas agroecológicas y de granjas, junto a familias, instituciones, espacios comunitarios, segundo es la asistencia técnica y las capacitaciones, provisión de insumo biológico, porque entregamos semillas de temporada para que las familias puedan tener producción de verduras durante todo el año y el tercero es el apoyo a la comercialización, a través de los mercados y ferias populares, también se trabaja con lo que es la educación alimentaria y ambiental y con el componente ave, que entrega módulos de pollitos bebes a las familias que vienen trabajando con la huerta, en el sentido de poder complementar la dieta diaria con la proteína del huevo. En la actualidad y frente a la emergencia alimentaria actual el Pro Huerta se ha convertido en una herramienta indiscutible de promoción de derechos que permite lograr más oportunidad inclusión y arraigo de las personas a sus comunidades.
S.M.: ¿Cual es el rol de la mujer en Pro Huerta?
A.C.: Históricamente la mayoría de los promotores con los que trabaja el programa son mujeres, así como son también quienes llevan principalmente las huertas provinciales y quienes se organizan en las huertas comunitarias. Hay un rol muy activo de las mujeres en lo que es el mejoramiento de las condiciones de vida de las familias, de su propia familia, del barrio, de su contexto, en general, y a veces se lo vincula solamente con los roles de género que son socialmente ya establecido, como el de madre, cuidadora, también al mismo tiempo, tiene esta capacidad transformadora de organizar este accionar que tienen las mujeres para poder subvertir o trastocar los roles pasivos a los que están encomendadas. En este sentido queremos señalar que la predominancia de las mujeres en actividades relacionadas con la autoproducción de alimentos está íntimamente vinculada con el lugar que ocupa la mujer como reproductora del ámbito doméstico y la alimentación en esta dirección consideramos necesario comprender que las acciones que las personas llevan adelante deben ser significadas de manera situada y no esquemáticamente.
También el Prohuerta constituye una herramienta importante para que las mujeres puedan salir de situaciones de violencia porque nos toca trabajar con grupos con situaciones vulnerables, entonces poder apropiarse de esta herramienta también les permite propiciar la formación de lazos o de autoabastecimiento con la posibilidad de un ingreso a partir de la venta de productos de la huerta o de intercambio o de poder satisfacer esa demanda y necesidad inmediata que tienen lo que implica también empoderamiento económico y la mejora de la autoestima para estas mujeres.
También es bueno contar que estos espacios, huertas comunitarias, espacios comunitarios que se comparten funcionan como detector de situaciones de violencia que hacen que uno desde lo técnico, de lo profesional pueda realizar una articulación con otros programas, instituciones, para poder comenzar a trabajar. Sin duda la huerta familiar es una herramienta que nosotros la tomamos como un empoderamiento sustancial para las mujeres que atraviesan diferentes situaciones de violencia y lo que les permite sustituir las capacidades laborales y también restituir redes de confianza y de apoyo mutuo que contribuye a mejorar la autoestima de cada una que está pasando por alguna situación.
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