Sergio Massa está cerca de hacer realidad la profecía que menos le interesa de todas las que se comprometió a cumplir: demostrar que es incompatible ser ministro de Economía y candidato a presidente. Exactamente lo contrario de lo que se empeña en poner en escena cada día. Aunque el plan original con el que se había propuesto lograrlo está sufriendo mutaciones significativas. En apariencias, bajar la inflación y la emisión monetaria para ordenar la macro economía es una meta cada vez más lejana para su gestión.
Esa contradicción en la disputa por las candidaturas del oficialismo contagia a la oposición. La Legislatura bonaerense frenó la regulación del servicio prestado por repartidores de plataformas como Rapi y Pedidos Ya. La Cámara de Diputados envió a comisión el proyecto que le llegó con media sanción desde el Senado, dividido por mitades entre el Frente de Todos y Juntos. Lo que vuelve imposible que cualquier iniciativa avance sin acuerdo del oficialismo y la oposición.
Omar Plaini es el autor del proyecto, que en su artículo 7 habilitaría la sindicalización de quienes cumplen esa tarea. Plaini asesora a Pablo Moyano, al que imagina titular de una CGT unificada con el próximo gobierno, y participa de la mesa de Ensenada que reúne el intendente Mario Secco una vez al mes. Un ámbito ultra K donde no recoge simpatía Massa, empeñado en lograr el respaldo de los Gordos de la CGT enfrentados a Moyano. ¿Plaini intenta crear nuevos gremios afines a Pablo? Por ahora solo una conjetura.
Las plataformas amenazaron con cerrar su operación en la provincia de Buenos Aires y dejar en la calle a 25 mil personas. Juntos habría votado esa iniciativa a cambio de otra promovida por Daniela Reich y Aldana Ahumada para crear empleo joven. Un curioso homenaje a Javier Milei que promete honrar el principio económico de la destrucción creativa si es presidente. Legisladores del Frente Renovador insisten en que una gestión personal de Massa hundió el proyecto de Plaini.
Esa versión refuerza el halo de héroe casi mitológico capaz de intervenir en todos los asuntos al mismo tiempo que transmite el círculo más íntimo del ministro de Economía. No sin malicia, el gobierno le atribuye a esa usina haber hecho circular la posibilidad de su renuncia para forzar la de Antonio Aracre. El jefe de asesores de Fernández fue sacrificado para justificar la corrida por el dólar. Menos consistente es el rumor que alude a la candidatura a gobernador de Massa. Pero que surge cuando se debate la conveniencia de desdoblar las elecciones en la provincia. Algo que podría ocurrir si el candidato a presidente no garantiza los votos suficientes para asegurar la reelección de Axel Kicillof. Una alternativa apreciada por los intendentes del conurbano como una tabla en medio del naufragio que perciben en los sondeos. Allí, por ahora, la competencia electoral se reduce a una disputa entre Juntos y la Libertad Avanza. La desesperación es tal que podrían deponer, al menos transitoriamente, su encono con el gobernador.
El único antecedente de una experiencia similar a la que se analiza fue la de Felipe Solá en 2003 para renovar su mandato: la estrategia diseñada por Eduardo Duhalde desde la presidencia para debilitar a Néstor Kirchner, a quien previamente había elegido para sucederlo. Veinte años después, esa desconfianza aparece recreada con ligeros matices. Ni los aliados del presidente comprenden que el presidente no anuncie que desistirá de su reelección.
Una demora que complica a Daniel Scioli y Victoria Tolosa Paz, sindicados como sus compañeros de fórmula o para integrar una que lo represente. Experto en excusas que justifiquen su indecisión, Fernández halló una que roza el ideal. No aceptará hacerlo mientras La Cámpora lo critique por la intención de continuar en el cargo porque daría una señal de debilidad. Un proceso que se iniciará apenas lo comunique. Ese vaciamiento de poder es el que intenta postergar. Sobre todo para no perder influencia en la confección de la lista de candidatos. Probablemente, Cristina pida prioridad para hacerlo a cambio de intervenir en la campaña. Esa es la especulación sobre el operativo clamor con el que insiste La Cámpora: la primacía de la vicepresidente en esa discusión. Es lo que acerca hacia su espacio al embajador en Brasil y a la ministra de Desarrollo Social. Nadie será candidato sin su aval.
Irritado por esos movimientos, Fernández amenaza con lanzar a su jefe de Gabinete, Agustín Rossi, como candidato a presidente. Ese es el escenario sobre el que Kicillof evalúa desdoblar las elecciones. Un procedimiento complejo que deberían organizar la Defensoría General del Pueblo y la Junta Electoral antes de las PASO. Lo curioso es que Kicillof ya decidió que en la provincia las primarias sean el 13 de agosto, en simultáneo con las nacionales.Por eso se especula en que apele a un mecanismo similar al de Horacio Rodríguez Larreta. Es decir, que las elecciones a presidente y a gobernador sean el mismo día pero con dos boletas distintas. Una forma de disimular el perjuicio al candidato a presidente. Si fuese Massa, desmentiría el respaldo que recibe de Cristina. Pero si fuese así, ¿alcanzaría para liberar al oficialismo de la amenaza de Milei? Esas conjeturas alimentan dos actos de mañana. Tolosa Paz animará uno en Ensenada, bajo la consigna “Será Victoria”. Tiene lógica. Se trata de una demostración de fuerza para “no quedar debajo de la calesita” como le confió a un infidente. Aunque con la intención de convertirse en compañera de fórmula de Kicillof. El otro lo organizará el PJ porteño en el microestadio de Ferro, para insistir con que finalice la proscripción de Cristina.
A La Cámpora le urge que la vicepresidenta controle el proceso electoral para garantizar, especialmente en la provincia de Buenos Aires, a Martín Rodríguez, Juan Manuel Tignanelli y Matías Bezi. Rodríguez es el subdirector de PAMI y el protector de Damián Selci en Hurlingham, donde competirá en las PASO con Juan Zabaleta. El intendente resolvió auditar a los mil empleados que ingresó Celsi al Municipio mientras los suplantó. Solo 200 se presentaron a cumplir con ese trámite.
Tignanelli es hermano de Facundo, subdirector del Anses en compensación por el veto a su reelección como diputado provincial que le aplicó el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza. Bezzi es gerente de Asuntos Internos de YPF y su designación fue impulsada por Máximo Kirchner. A esos tres dirigentes se les atribuye un rol inestimable en el funcionamiento, pero sobre todo en la supervivencia, de La Cámpora.
Leonardo Grosso podría competir en San Martín por la intendencia si se confirma que Gabriel Katopodis desiste de su reelección. Grosso finaliza su mandato como diputado nacional este año y lograría para su nueva meta el respaldo de Mariel Fernández. Grosso y la intendente de Moreno pertenecen al Movimiento Evita pero mantienen una singular relación simbiótica con La Cámpora que no simpatiza con el ministro de Infraestructura.
Katopodis insistió con que “la sociedad espera que podamos representarlo con un mensaje claro: cómo salimos de esta situación y cómo organizamos el tiempo que viene”.
Fernández y Massa se retrataron ayer en Olivos para desmentir cualquier tensión entre ellos mientras el dólar batía un nuevo récord. Una crisis en la que Milei, autorotulado el león, es percibido por un sector de la sociedad como la solución al descalabro del kirchnerismo. Igual que Massa diez años atrás.
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